viernes, 31 de enero de 2014

La Despedida

     Las seis de la mañana martillaban los resortes del viejo reloj de pared del pasillo. Las campanadas podían ser oídas desde el cuarto, en donde, desnudos y mirándose con dulzura, se hallaban terminando de amarse. La noche había sido realmente mágica, algo que nunca olvidarían. Quizá ninguno de los dos quisiese salir de allí jamás pero como cualquier sueño que se inicia, todo tiene su fin. Se acercaba la hora de despedirse y los dos lo sabían. En el mejor de los casos, volverían a verse en un par de inviernos. Izan debía saldar su deuda con el Intendente del puerto y éste le había ordenado embarcarse durante dos años en el Priston, uno de sus barcos que se dirigían a Puerto Nuevo en busca de mercancías. 
     Siempre había odiado la mar, nunca había viajado en barco y ni tan siquiera sabía nadar, pero aquella deuda contraída le obligaba a cumplir el encargo si no quería que la justicia, impartida por el mismo Intendente, les sacase su casa. 
  Kaira no quería que se fuese, tenía un mal presentimiento y hasta cierto punto le daba igual perderlo todo a cambio de estar juntos. Trató de persuadirlo, pero para Izan era muy importante conservar la casa que le habían dejado en herencia sus padres. Había costado mucho esfuerzo conseguirla y no sería él quien la perdiese. Además, era el hogar perfecto para formar su familia.

miércoles, 22 de enero de 2014

La bala perdida

—Y así, tontamente, acabé pegándome un tiro —terminé contándole a aquel extraño que acababa de
Imagen obtenida de la red.
llegar al purgatorio, el final de mi relato, de mis días. 
     —Pues que cosas... Quién me iba a decir a mí que todo acabaría así. 
     —No entiendo, ¿qué quiere decir?
     —Verá, me disponía a atracar la tienda de antigüedades, con aquel revólver, pero al final no tuve valor, lo dejé sobre el mostrador y me dispuse a salir de allí sin llamar la atención. De echo me crucé con usted. Después, según lo que me ha contado, usted y sus problemas cogieron el arma y jugaron a ver quien era más hombre. 






Licencia Creative Commons
La bala perdida
por
Tony A. Fabeiro 

miércoles, 15 de enero de 2014

En el fondo del mar

Foto de Dani_vr con licencia CC
     Yació deseando poder volar. Igual que las gaviotas que surcaban los cielos y que pasaban raudas a su lado, rozándole con sus estelas. Las ráfagas de viento generadas por sus veloces vuelos en descenso, alimentadas por el armonioso movimiento de sus alas, chocaban y agitaban sus harapientas ropas casi como queriendo arrancárselas a suaves tirones. Con cada sacudida, otro pequeño trozo de piel quedaba expuesto al abrasador sol que todo lo tornaba opaco y reseco. La vida se evaporaba a cada segundo por los poros de su piel. Allí, tendido en la cubierta de su pequeño y estéril bote, a la deriva y medio muerto, descansaba por fin, después de la desesperada lucha por sobrevivir. Rendido, se dejó llevar y comenzó a soñar…

miércoles, 1 de enero de 2014

Feliz Año 2014


Feliz Año a todos. 
Espero que lo estéis pasando bien y en compañía de los vuestros. 

Un abrazo grande. 

Tony A. Fabeiro
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